martes, 19 de junio de 2012

EL BOALO Y SU HISTORIA: los primeros pobladores


Recreación del poblado prehistórico de las vegas del Samburiel

Aproximación a la historia del pueblo de El Boalo: Los primeros pobladores


Al alba de la humanidad le llamamos Prehistoria. Se extiende desde la aparición del hombre primitivo hasta la presencia de los primeros documentos escritos. Comprende la Edad de Piedra (Paleolítico y Neolítico) y la Edad de los Metales (Cobre, Bronce y Hierro).

Los indicios de la presencia de seres humanos en el entorno de El Boalo se remontan a los tiempos de transición entre el Neolítico y la Edad del Bronce, hace tres o cuatro mil años. Dicha etapa se denomina Calcolítico. Recientemente se ha descubierto un túmulo en las vegas del río Samburiel, que viene a arrojar nueva luz a las investigaciones sobre enterramientos tumulares en la Comunidad de Madrid. Además, junto al Túmulo de las Vegas de Samburiel también se ha descubierto un área de poblado asociado al túmulo de enterramiento.


Túmulo de las vegas del río Samburiel

El hallazgo ha sido posible gracias a la intensa labor de prospección que viene realizando el arqueólogo Jesús Jiménez Guijarro en aquellas zonas susceptibles de contener registros arqueológicos neolíticos, dentro del proyecto de investigación sobre megalitismo y poblamiento neolítico en la Comunidad de Madrid. El enterramiento de la vega del río Samburiel se ha relacionado con otros restos funerarios encontrados en noroeste de Madrid, como el dolmen de Entretérminos (situado entre Alpedrete y Collado Mediano), referencia megalítica casi olvidada.

Unos seis mil años atrás, los cazadores y recolectores paleolíticos de la presierra madrileña fueron sustituidos por los agricultores y pastores del Neolítico. En realidad, puede decirse que el ejercicio de la agricultura y de la ganadería marca la divisoria entre ambos periodos. El invento de los cultivos y la domesticación de los animales dieron pie a una de las transformaciones más acusadas que haya experimentado la vida de la humanidad, hasta tal punto que se ha hablado de la revolución neolítica. Las tribus se sedentizaron y agruparon. La relación del hombre con la tierra se hizo cada vez más estrecha y firme; los clanes buscaron zonas llanas que cultivar y la proximidad de los ríos y las fuentes, donde instalar sus poblados de chozas de paja.

Además, los nuevos grupos humanos comienzan a realizar prácticas funerarias propias, de modo que su existencia puede llegar a ser descubierta gracias a enterramientos tales como el localizado en las vegas del Samburiel. Este yacimiento arqueológico y la zona de poblado a él asociada nos señalan la ubicación en el entorno de El Boalo de uno de los lugares escogidos por aquellos primeros agricultores y pastores para asentarse.


Vista aérea del túmulo de las vegas del Samburiel

Podemos imaginar la forma de vida de aquellos boaleños ancestrales, preferentemente pastoril, de agricultores y ganaderos que cultivan el cereal y alguna leguminosa en la vega del río Samburiel y cuidan, auxiliados por su fiel compañero el perro, de pequeños rebaños de ovejas y cabras, junto algunos  cerdos y bóvidos; ganado que se alimenta de restos de los cultivos, de rastrojos o de los pastos que crecen en la zona. El ganado vacuno, la oveja, la cabra y el cerdo, fueron los primeros animales domesticados para la ganadería. Parece que el primer animal doméstico fue el perro, que acompañaría al hombre ya en las cacerías, anteriores a la ganadería. La ganadería debió surgir de la cría de animales jóvenes capturados como reserva para alimentarse en las épocas desfavorables de caza.

En poblados como el del río Samburiel el trabajo era colectivo, de carácter doméstico en torno a una comunidad basada en el clan familiar, compuesto por no más de una docena de individuos. Los instrumentos  para trabajar el campo, de madera, hueso y piedra, eran muy rudimentarios: palos, bastones, azadas y hoces. Aunque ya conocían la metalurgia del cobre las hoces más primitivas estaban hechas de madera, con piedras cortantes de sílex incrustadas. Para triturar los granos utilizaban machacadores compuestos por dos piedras: una muela de base fija y una pieza móvil o volandera. Todos los habitantes del poblado participaban en la preparación de los campos de cultivo, en la siembra y en la recogida de la cosecha. En los meses que transcurrían entre una cosecha y otra se alimentaban de lo que habían almacenado de la anterior. La necesidad de almacenar los excedentes alimentarios estimuló el desarrolló de la cerámica. Asimismo, la invención del telar procuró tejidos y vestidos. Más adelante se produjo una especialización del trabajo: unas personas cultivaban los campos, otras cuidaban el ganado y las demás fabricaban tejidos, cerámicas, cestas o armas. El jefe de la aldea dirigía el poblado y negociaba con los jefes de las aldeas vecinas.

El poblado estaría formado por unas pocas cabañas, que darían cobijo a la probable docena de habitantes y servirían, también, para almacenar su comida y pertenencias. Las construcciones serían de planta circular al principio, porque la choza circular u oblonga, sea en domo, cónica o cilíndrica con cubierta cónica, sería la forma más primitiva, capaz de ser autorresistente, efímera y temporal o recuperable, transportable y más duradera, siendo propia de culturas de base cazadora-productora agraria y en poblamientos de baja densidad y tamaño, como el del río Samburiel. Y ello es así porque los problemas constructivos de la choza adintelada frente a la choza redonda dan ventaja a las estructuras circulares, en domo o tronco cónicas. En este sentido, está suficientemente probado el sentido de la transformación morfogenética de la casa redonda primitiva hacia la rectangular más evolucionada.


Así, gracias al descubrimiento arqueológico que hemos citado, podemos afirmar que en el entorno del río Samburiel se encuentra el arranque del proceso de humanización del territorio de El Boalo; con la instalación en sus vegas de los primeros habitantes sedentarios. En consecuencia, el alba de nuestra civilización local es, por consiguiente, milenaria. 


Muy modesta, sí, pero milenaria.









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