lunes, 20 de enero de 2020

Intervención arqueológica en El Boalo


EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LOS RESTOS DE 

LA  ERMITA DE LA VIRGEN DEL SACEDAL (IV)

EL BOALO (Madrid)




PRESENTACIÓN DE LAS INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS 2018-2019

Como un acto más de los organizados por el Ayuntamiento de El Boalo con motivo de las fiestas patronales de San Sebastián (20 de enero), el día 19 de enero de 2020 ha tenido lugar, en el salón de plenos del Municipio, la presentación de los trabajos de excavación arqueológica que se están llevando a cabo en el cerro de la Ermita de esta localidad. Dicha presentación, realizada bajo el título "El yacimiento del cerro del Rebollar, El Boalo. Intervenciones arqueológicas de los años 2018-2019", corrió a cargo de los directores del proyecto Javier Salido Domínguez (UAM) y Rosario Gómez Osuna (Equipo A de Arqueología). El acto fue presentado por el Alcalde del Municipio, Javier de los Nietos, y contó también con la presencia de Carmen Fernández Ochoa, catedrática del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UAM. La presentación fue seguida por numerosos asistentes, entre los que se contaban muchos de los voluntarios que vienen colaborando en los trabajos de esta intervención arqueológica.


RESULTADOS 2019

Refiriéndonos ahora sólo a los resultados de la campaña 2019, conviene recordar que en el proyecto de dicha campaña se establecieron dos objetivos básicos: 1. Ampliar la excavación para poner al descubierto todo el edificio, de modo que su estructura no quede constreñida por los límites del área excavada en 2018; y 2. Proseguir los trabajos de excavación dentro del interior de la nave en las zonas que quedaron pendientes de abordar en la anterior campaña.

Los codirectores del proyecto dejaron constancia en sus respectivas intervenciones de que ambos objetivos se han alcanzado más que razonablemente, al punto que como resultado de dicha consecución hoy se puede hablar de la excepcionalidad de este yacimiento arqueológico de El Boalo dentro de la Comunidad de Madrid, ya que no hay muchos testimonios de este tipo de iglesias con tumbas tan bien conservadas y sin expoliar. De hecho, todo apunta a que nos encontramos ante una iglesia rural visigoda de época tardoantigua (siglos VII y VIII d.C.) que está integrada y es pieza central del conjunto que forma con la conocida necrópolis visigoda adyacente, descubierta en la segunda mitad del siglo pasado (décadas 50 y 60).


1. Ampliación del área excavada

Conforme a lo previsto para 2019, se ha procedido a extender ampliamente el área de la excavación en su lado norte, encontrando el muro septentrional del edificio y descubriéndolo casi al completo puesto que su extremo occidental tiene continuación aún por descubrir; en esta operación se ha hallado, también, una estancia habitacional adosada a dicho muro, espacio cuyo cerramiento norte ha quedado también pendiente de descubrir para más adelante.


Plano de la excavación al final de la campaña de 2019

Asimismo, se ha recortado el lado sur de la excavación avanzando un metro la intervención arqueológica para perfilar con mayor nitidez el muro meridional descubierto en la campaña de 2018. Este muro sur también tendrá que descubrirse completamente pues presenta continuidad hacia el oeste y su extremo occidental aún permanece cubierto.

Vista de la excavación desde el suroeste

Como ya se ha dicho, en el lado oeste de la iglesia los muros norte y sur se prolongan hacia el occidente y sus extremos están aún por descubrir, lo que pudiera anticipar la posible existencia de un pórtico de remate del edificio. En este sentido, en la próxima campaña será necesario ampliar la excavación en esa dirección para descubrir el final del edificio en su lado occidental y comprobar si existen más tumbas y otros restos en ese espacio.


2. Excavación dentro de la nave de la iglesia

La continuación de los trabajos de excavación dentro de la nave de la iglesia ha sacado a la luz toda una serie de nuevos y sorprendentes hallazgos que han permitido a los arqueólogos afirmarse en su hipótesis preliminar acerca del origen y el posible tiempo de uso religioso de esta iglesia visigoda.

Como ya hemos descrito en anteriores publicaciones de este mismo blog, al final de la campaña de 2018 se descubrió dentro de la nave una primera tumba conteniendo el esqueleto completo de un hombre de gran talla. Sometidos estos restos humanos al método del Carbono 14, resultó una datación para los mismos comprendida entre los años 656 a 723 d.C. (época tardo visigoda, de mediados del siglo VII a principios del siglo VIII). De hecho, la época visigoda finaliza en España con la invasión de los árabes en el año 711 (se estima que hacia el año 720 la invasión de la Península estaría ya completada)

En la excavación realizada dentro de la nave de la iglesia se destacan como hallazgos más importantes los siguientes: a) tumbas visigodas, de mediados del siglo VII y principios del siglo VIII; b) Monedas, de diversas épocas; y c) Enterramientos de perinatales, en el siglo XV.

a) Tumbas visigodas

En el interior de la nave de la iglesia se han descubierto por el momento once tumbas perfectamente orientadas este-oeste, alineadas con los muros perimetrales del edificio. Se ordenan en tres hileras alternando tumbas de individuos infantiles y adultos. De acuerdo con los datos facilitados por el Carbono 14 los restos humanos hallados se fechan entre los años 656 y 723 d.C., período que se inscribe muy probablemente con el tiempo de uso religioso del edificio.

En todo caso, el registro del Carbono 14 se refiere al primer esqueleto encontrado. Por ello, sería conveniente someter al mismo método de análisis alguno de los restos hallados en la campaña 2019, para confirmar o afinar más la datación conocida.

El estado de conservación de las tumbas es excelente y se ha documentado una estratigrafía de ocupación de la nave inalterada que permite datar con precisión la fase originaria del edificio y las posteriores reformas. Otro dato favorable es que estás tumbas no han sido expoliadas, manteniendo su contenido original.

Quedan cinco tumbas por abrir. A diferencia de la primera tumba que se descubrió en 2018, dos de las descubiertas ahora corresponden a una tipología diferente; se presentan compuestas por sarcófagos de granito realizados en una sola pieza y están cubiertas con losa única de piedra.

Tumba con sarcófago y losa de granito de una pieza

Obviamente, en comparación con las otras tumbas estas dos parecen corresponder a enterramientos de mayor categoría. Las demás tumbas no tienen sarcófago y cada una de ellas esta cubierta por varias lajas de piedra (no losa única)

Tumba sin sarcófago y cubierta por varias lajas de piedra

Un detalle general que se presenta en todas las tumbas es la posición de los cuerpos dentro de las mismas. En todas las tumbas los difuntos aparecen en la idéntica posición: cabeza apoyada en el lado occidental de la fosa y los pies sobre el lado oriental de la misma. El agua ha entrado en todas ellas de modo que los restos han podido flotar y en algún caso moverse; como sucedió en la primera tumba encontrada, donde el cráneo se había desprendido y rodado hacia los pies del difunto, quedando al lado este de la fosa.

La posición de los cuerpos con la cabeza mirando hacia la salida del Sol responde al planteamiento tradicional cristiano. En este sentido, Jungmann nos resume así la tesis tradicional de la Iglesia sobre la orientación del templo cristiano: "La comunidad cristiana, según antigua costumbre, dirigía su mirada hacía el Oriente, hacia el resucitado, ......."

Como ya se ha dicho anteriormente, dos de las tumbas abiertas en 2019 destacan sobre las demás por su especial tipología. Se trata de las identificadas por los arqueólogos como T4 y T6.

La tumba número 4 (T4) se localiza en la esquina noroccidental de la nave. Corresponde a un sarcófago de forma trapezoidal muy bien trabajado y pulido, canteando y vaciando un bloque de granito. Dispone de una losa de cierre perfectamente labrada, con un rebaje a dos aguas. El interior cuenta con molduras en la cabecera para sujetar la cabeza del difunto. Los restos óseos se han encontrado en un impecable estado de conservación (además de hueso aún se conservaban otros tejidos celulares). En la fotografía siguiente se aprecia el estado de conservación de los restos y se advierten las molduras en la cabecera; asimismo, puede verse, situada al lado derecho de la cabeza, una botella  de cerámica de base plana.

Tumba 4 (T4). Restos en excelente estado de conservación

Se trata de una tumba reutilizada. Primero se enterró en ella a una mujer y después se utilizó para inhumar a un hombre. De ese modo hubo una exhumación y reducción de restos de la mujer fallecida para colocar en el interior del sarcófago un segundo cuerpo, en este caso, masculino. Los restos reducidos de la mujer se colocaron reunidos a los pies del hombre, colocando el cráneo de la mujer en posición destacada (ver fotografía)


(T4) Tumba reutilizada; sobre los pies se observa la reducción de restos de una mujer

Asociada al cuerpo aparece la botella de cerámica antes citada. Carece de decoración y tiene base plana. Cuenta con dos asas afrontadas y simétricas y un gollete en la boca para dispensar el liquido. El recipiente todavía no ha sido abierto y conserva su sellado original. Esta pieza aparece muy bien documentada en otros yacimientos visigodos; contenían vino o aceite para que el difunto convenciera al portero del Cielo de que su lugar estaba con los justos.

Junto a esta tumba  se hallaron dos más adosadas, correspondientes a individuos infantiles.

El otro sarcófago, el de la tumba 6 (T6), es de factura más tosca; está menos trabajado, sin pulir, simplemente devastado y sin molduras interiores. Su losa de cierre es una pieza de granito de gran calidad. Originalmente este sarcófago estuvo mal asentado en la tierra, por eso se encontró partido en su zona superior (ya ha sido restaurado). Los restos de este individuo adulto masculino también presentan un excelente estado de conservación.


Tumba 6 (T6). Restos de un individuo adulto bien conservados

Parece un enterramiento más humilde que el de la tumba T4. Sin embargo, el difunto portaba como ajuar dos anillos decorados que se han recuperado junto a los restos óseos; uno de ellos presenta el aro completo. La factura de estos anillos también apunta a un período tardoantiguo. No se sabe que representan sus decoraciones por lo que será preciso llevar a cabo un estudio especializado para poder valorar con fundamento estos hallazgos.


Anillos hallados en la tumba 6 (T6)

b) Monedas

La excavación arqueológica también ha puesto al descubierto algunas monedas y un botón de metal (del siglo XIX, con la efigie de la reina Isabel II). Se trata de cinco monedas árabes del siglo IX, dos monedas del siglo XV y una moneda de tiempos de Felipe II.

Las monedas árabes fueron halladas en un nivel por encima de las tumbas, en la parte delantera junto al pequeño muro que divide la nave.


Lugar donde se encontraron las monedas árabes (señalado con un círculo en el plano)

Algunas de estas monedas aparecieron pegadas, lo que podría indicar que fueron depositadas juntas dentro de una bolsa de tela cuyos restos han desaparecido, constituyendo algo así como un "pequeño tesorillo".

Monedas árabes de plata encontradas en el interior de la nave de la iglesia

Este pequeño tesorillo de monedas de plata presenta una excelente conservación. No están desgastadas y tienen una grafía en árabe con mensajes de tipo político-religioso: "En el nombre de Dios....",  "Mahoma es el enviado de Dios...". Estas monedas son de tiempos de Al-Hákam I (770-822), tercer emir de Córdoba y fueron puestas en circulación entre los años 810 al 818.


Monedas árabes de los años 810 a 818 (primer cuarto del siglo IX)

Son cinco dirhams de plata. La moneda más antigua esta emitida entre los años 810 y 811. Una posterior es de 811-812. Otras dos son de 814-815. Y la más  moderna es de 817-818.

La ocultación de dicho tesorillo en la nave de la iglesia da pie para pensar que cuando se produjo ese hecho el lugar ya estaba abandonado (recuérdese que la invasión de la Península por los árabes tuvo lugar en el año 711). En este sentido, para ocultar dinero u otras riquezas se acostumbra a buscar un lugar poco frecuentado, donde sea difícil que alguien distinto de su dueño pueda encontrar la prenda escondida.

En este caso, precisamente en la primavera del año 818 tuvo lugar en la ciudad de Córdoba la revuelta del arrabal de Secunda, coincidiendo con el ramadán. La revuelta pretendía expulsar a los Omeyas de la ciudad de Córdoba, pero fracasó y fue duramente reprimida por el emir quien ordenó crucificar a 300 notables y desterró a todos los habitantes del arrabal. En ese tiempo de persecuciones nada tendría de extraño que un huido camino hacia el norte acertara a pasar cerca de la iglesia de El Boalo y ocultase su tesorillo en ella, puesto que debía ser ya un lugar abandonado, con buena referencia y privilegiada ubicación bien destacada en el cerro, fácil de recordar y de reconocer para recuperar el dinero más adelante.

El resto de las monedas encontradas indican también frecuentación en un lugar posiblemente abandonado. De las monedas del siglo XV  hablamos a continuación.

c) Enterramientos de perinatales, en el siglo XV

Se trata de fallecidos inmediatamente antes o después del nacimiento. Se han hallado 10 cuerpos enterrados en fila cerca del altar. Al menos dos de ellos portaban entre sus manos monedas acuñadas durante el reinado de Juan II (1405-1454), lo que ha permitido situar estos enterramientos en el siglo XV.  Esta acumulación de enterramientos hace pensar en alguna circunstancia singular ocurrida en esa época. En todo caso, al tratarse de no bautizados se refuerza la idea del abandono del lugar, pues sin el bautismo los fallecidos no podrían haber sido enterrados en lugar sagrado. En cambio, sería más factible que el recuerdo del edificio como iglesia abandonada y lugar santo animase estos enterramientos dentro del recinto para evitar el limbo a los fallecidos. En este sentido, según la doctrina tradicional católica el limbo es el lugar adonde irían las almas de quienes mueren sin el bautismo antes de tener uso de razón. Así, en un sincretismo religioso con la cultura clásica los enterradores pudieron pensar en este lugar santo abandonado para que junto con la moneda en las manos los fallecidos pudieran entrar en el cielo.

En todo caso, este es un asunto que hay que analizar más en profundidad, para encontrar explicaciones verosímiles fundamentadas.


VALORACIÓN DEL YACIMIENTO

Tras dos campañas de excavación arqueológica este yacimiento de El Boalo ha adquirido una importancia destacada, como consecuencia de la relevante información histórico-científica que los trabajos de intervención arqueológica en este yacimiento han venido sacando a la luz hasta la fecha. La colaboración del Ayuntamiento de El Boalo, y ahora también la de la Comunidad de Madrid, prestando apoyo a los trabajos de investigación que están llevando a cabo la Universidad Autónoma de Madrid y el Equipo A de Arqueología, garantizan una continuidad imprescindible en esta tarea de recuperación del pasado del Municipio. Estamos seguros de que las próximas campañas de intervención arqueológica en este yacimiento continuarán contando con el apoyo necesario de las Administraciones, Local y Autonómica, haciendo realidad las palabras del consejero de Cultura.Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, "la colaboración entre las instituciones y la universidad es fundamental ya que, no solo contribuye a recuperar el Patrimonio de nuestro país, sino que facilita el conocimiento del mismo por el conjunto de la sociedad"....."conocer el pasado de nuestra cultura es vital para entender el presente y proyectarnos en el futuro". Y ello, sabiendo que nuestro pasado se ha forjado en un cruce de culturas y creencias difícil de desentrañar.


ALGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LOS DATOS HASTA AHORA DESVELADOS

Los datos hasta ahora desvelados nos informan de la excepcionalidad de los restos de la Ermita de la Virgen del Sacedal, de El Boalo, dentro de la Comunidad de Madrid. Esos datos ahora conocidos abren todo un cúmulo de reflexiones acerca de la verdadera importancia del yacimiento, en relación con el conocimiento de las iglesias visigodas en España y en particular con la propia funcionalidad de la iglesia objeto de la presente intervención arqueológica, teniendo en cuenta, además, su condición de elemento central del conjunto que forma con el cementerio visigodo adyacente, conocido desde las décadas 50 y 60 del siglo pasado. 


En síntesis, tales datos nos dicen lo siguiente:

A) Contamos con una iglesia, visigoda con toda certeza, cuyo edificio esta integrado por una nave rectangular rematada en un ábside o cabecera de planta cuadrada. Se observa, asimismo, un pequeño muro que divide la nave. La terminación occidental está por descubrir, pero todo apunta a la posible existencia de un pórtico en el lado oeste del edificio. Se ha hallado también una estancia habitacional pegada al muro norte de la iglesia.

B) Dentro del edificio quedan todavía estructuras que aún no han sido estudiadas, como un cuadrado de granito justo en el centro de la nave o una gran losa bajo el altar. Además, restan cinco tumbas por abrir.

C) En el terreno adyacente de la iglesia hay restos de una necrópolis visigoda, conocida desde las décadas 50 y 60 del siglo pasado. Además, en ese mismo terreno el georadar detectó otras estructuras menores que no se han excavado.

D) En el interior de la nave de la iglesia se han encontrado once tumbas (en una de ellas los restos óseos hallados se datan entre el año 656 y el 723). En ellas hay enterrados individuos infantiles y adultos. Una de las tumbas ha sido reutilizada y contiene los restos de un hombre a cuyos pies se depositó la reducción de los restos exhumados de una mujer. Dos de las tumbas tienen sarcófago de granito con cierre de losa de una pieza, lo que podría indicar enterramientos de mayor categoría en relación con los demás. De hecho, en una de estas dos tumbas se ha encontrado un ajuar compuesto por dos anillos decorados.

E) Hay evidencias de abandono del lugar. Se documentan deambulaciones y frecuentaciones por el edificio o sus restos en los siglos IX, XV, XVI-XVII y XIX. Asimismo, se advierten fuegos sobre el suelo del altar y un uso ganadero del recinto abandonado.

Y en torno a estos datos surgen la reflexiones siguientes:

Hay numerosos testimonios literarios sobre iglesias visigodas, sin embargo, frente a las, hasta cierto punto, abundantes fuentes escritas, la información arqueológica sobre iglesias visigodas son escasas porque faltan excavaciones arqueológicas que nos desvelen los restos de esas iglesias que guarda aún nuestro suelo (ahora se suma a ese conocimiento la excavación arqueológica de El Boalo)

La división del interior del templo visigodo en espacios determinados responde a las necesidades de la liturgia Hispana, que vivió su auge durante los siglos VII y VIII hasta la implantación de la liturgia romana en los últimos años del siglo XI. En su forma más modesta las iglesias visigodas cuentan con una nave rectangular rematada en su cabecera por un ábside de planta cuadrada o circular. El edificio se dispone en dirección  oeste-este, situándose la cabecera en el lado este. En el interior se distinguen los espacios siguientes: el santuario del altar, que ocupa el ábside (reservado al oficiante) y la nave destinada a los fieles, que está dividida en dos espacios. Inmediatamente a continuación del santuario hay un espacio que se denomina coro, destinado a los eclesiásticos y religiosos (fieles iniciados). A continuación se encuentra el extracoro, parte de la nave que ocupan los fieles laicos. Además, en muchos casos, en el lado oeste del templo aparece un pórtico que preserva el interior de la iglesia de los efectos de los agentes meteorológicos.

Si observamos ahora el plano de la planta de la iglesia excavada en El Boalo, podemos comprobar que prácticamente la hemos descrito en el párrafo anterior (adviértase la nave dividida en su parte delantera por un pequeño muro, definiendo el coro a continuación del santuario). Consecuentemente, ratificando los datos aportados por el Carbono 14, también desde el punto de vista de la construcción con toda certeza nos hallamos ante los restos de una iglesia visigoda.

Plano de los restos de la construcción

La expansión del catolicismo en la Península con los visigodos tiene lugar a partir del rey Recaredo I quien en el año 589 convocó el III Concilio de Toledo, allí el rey adjuró del arrianismo y se convirtió al catolicismo, con lo que se alcanzó la unificación religiosa y política entre visigodos e hispanoromanos. De hecho,  a principios del año 587 este rey ya debía tener inclinaciones católicas y recibió en secreto el bautismo; así, en la primavera de ese mismo año las iglesias arrianas fueron expropiadas y entregadas a los cristianos por orden del rey.

Por ello, en el siglo VII se va a producir un auge en la construcción de iglesias católicas en la Península. En este sentido, la construcción del templo ahora excavado en El Boalo podría corresponder a ese movimiento. De hecho, la construcción de este edificio ha de ser, obviamente, anterior a los enterramientos efectuados en su interior, por ahora datados entre el año 656 y el 723 d.C. De modo que no sería nada aventurado datar el edificio como perteneciente a la primera mitad del siglo VII. Para precisar más este dato sería conveniente someter al método del carbono 14 otros restos óseos encontrados. Muy particularmente los de la tumba 4 reutilizada, para comparar la cronología de los restos óseos del hombre con la reducción de los de de la mujer que comparte la  tumba.

En ese tiempo las iglesias visigodas respondían a facturas diversas. Así, podían encontrarse desde construcciones grandes, edificios de varias naves,  hasta  edificaciones más modestas, con una sola nave (como el templo excavado en El Boalo). Se pueden diferenciar muchos tipos de iglesias. Una primera división sería entre iglesias principales o catedrales, situadas en ciudades, o las iglesias rurales dedicadas  a pequeñas comunidades. Obviamente, la iglesia visigoda de El Boalo pertenecería a la segunda categoría

Entre las iglesias rurales fueron muy numerosos los monasterios, situados en lugares singulares tal y como recomendaba San Isidoro  Y entre las iglesias rurales además de las iglesias parroquiales hay que señalar un caso especial, las llamadas iglesias propias o particulares, de propiedad particular, que en algunos casos daban lugar a monasterios privados o familiares. Un canon, el V del noveno Concilio de Toledo (año 655) limita a los obispos las dotaciones económicas de fondos de la Iglesia dedicadas a erigir o un monasterio o una iglesia para su sepultura y prohibía a su vez remunerar las dos cosas al mismo tiempo. De modo que antes de esa fecha los obispos podían financiar iglesias sepulcrales y monasterios al mismo tiempo. Así aparecen las iglesias sepulcrales de fundación episcopal. Estas relaciones obispo-monasterio-sepultura particular no eran extrañas en ese tiempo.

Por otro lado, desde el segundo concilio bracarense (celebrado en la catedral de Braga en el año 572) la inhumación en el interior del templo, lugar sagrado, estaba prohibida, salvo que fueran lugares autónomos aislados -¿iglesias sepulcrales?-. En este sentido, en el interior de la iglesia visigoda de El Boalo se han encontrado enterramientos con restos óseos datados entre los años 656 y 723 ¿Significa esto entonces que esta iglesia visigoda de El Boalo pudiera ser de fundación episcopal o de propiedad privada o familiar? ¿Una iglesia sepulcral? A este respecto, un análisis del ADN de los restos óseos de algunas de las tumbas encontradas quizás podría informarnos sobre relaciones de parentesco entre los fallecidos (los restos del hombre y la mujer que comparten la tumba 4 también pueden ser muy interesantes al respecto). Asímismo, el estudio especializado de los anillos hallados en la tumba número 6 también podría aportar información sobre la condición de eclesiástico o de laico notable del hombre en ella inhumado.

En el mismo sentido, con carácter general, a mediados del siglo VII al referirse a lugares de enterramientos de las gentes, se diferenciaba entre las personas de calidad (notables y eclesiásticos), los fieles laicos (o "populus"),y los excomulgados y paganos: "Ut in ecclesia nullatemus sepelliantur, sed in atrio, aut portico, aut extra ecclesia"; es decir, enterramientos en el atrio, en el pórtico o fuera del ámbito de la iglesia.

¿Que se entiende por atrio de la iglesia visigoda? Según San Isidoro (556-636) el atrio es el espacio porticado (3 pórticos) ante la fachada occidental del templo. Sin embargo, este concepto evoluciona para convertirse en el entorno que circunda a los templos. Se trataría, así, de un espacio restringido y perfectamente acotado alrededor del templo. Trece cruces servían para amojonarlo. En el dibujo siguiente se representa la reconstrucción hipótetica del edificio de una iglesia y su atrio circundante.

Iglesia y atrio circundante

Ese concepto de espacio circundando al templo tiene que ver con el mantenimiento del mismo, pues era del mayor interés de las autoridades eclesiásticas que las fundaciones de los templos comportasen la correspondiente dotación de los mismos con un importante patrimonio en tierras que permitiesen su sustento. Así, alrededor del templo aparecen también las tierras patrimoniales a "usu vel stipendia sacerdotarum" o, en muchas ocasiones, simplemente "ad cibarium".

El tamaño generalizado de los atrios era de doce pasos "in circuitu eclesiae" (aunque con el discurrir del tiempo pudo llegar a treinta pasos). A continuación del atrio seguía la tierra patrimonial o "terra ad cibarium" con una dimensión de 72 pasos,. De ese modo, el conjunto sumaba los 84 pasos que ordenaban los cánones.

Templo, atrio y "terra ad cibarium"

El atrio gozaba de absoluta inmunidad, el que se acogiese a él podía sentirse seguro. Era un espacio multiuso pero sobre todo estaba destinado para enterramientos "ad tumulandum" . En este espacio podía haber otras estructuras como la cilla o almacén y espacios habitacionales para residencia del clero. Las referencias a la ley canónica son muy claras acerca de su dimensión y función:

"Sicut kanonica sententia docet: duodecin passales pro corpora tumulatum"

De ese modo, en el caso del templo visigodo de El Boalo, su atrio estaría perfectamente identificado por las tumbas visigodas que forman la necrópolis adyacente al mismo. Así, iglesia y necrópolis integran un mismo conjunto.

En otro artículo de este mismo blog hablábamos de la necrópolis visigoda de El Boalo y decíamos que se habian encontrado unas cien tumbas. Ese número de tumbas nos habla de una presencia numerosa de personas en la zona. No se han encontrado restos de una población próxima por lo que todo apunta a una fundación rural eclesiástica o de propiedad privada.

Para finalizar, recordemos las características del lugar de ubicación de esta iglesia visigoda: edificada en un cerro; en la unión del arroyo Herrero con el río Samburiel; contando con una vega en las inmediaciones para cultivar; buenos pastos; junto a la ruta histórica que une los pasos de la Sierra con los valles de los ríos Manzanares y Guadarrama; y unas vistas incomparables de la Maliciosa y de la Pedriza. ¿Sería este lugar un entorno rural adecuado para fundar una iglesia sepulcral -episcopal o familiar privada- o, incluso, un pequeño monasterio?

Completando lo anterior añadimos otro dato final a considerar: el georadar ha detectado en la zona la existencia de otras estructuras menores que aún no se han excavado ¿Había más edificaciones en la zona?

Por último, queda por establecer el tiempo de uso religioso del edificio. Sabemos que en el siglo IX parece que podía estar ya abandonado (la invasión árabe del año 711 podría justificar este hecho). Y que en el siglo XV quizás continuase el abandono. Sin embargo, a comienzos del siglo XVII se construye en El Boalo la Iglesia parroquial de San Sebastián y, al parecer, hay documentación de cuya lectura puede desprenderse la realización de un traslado a la misma de objetos de culto procedentes de ¿esta ermita? No hay datos arqueológicos al respecto. Por tanto, habrá que seguir esperando nuevos hallazgos en futuras campañas, y otras consultas de la documentación parroquial existente, para conocer algo más acerca del tiempo de uso de este templo visigodo.