sábado, 27 de octubre de 2018




LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LOS RESTOS DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DEL SACEDAL




 Progreso de la Excavación Arqueológica (fase intermedia de la campaña 2018)



Introducción

En enero  de 2018 el Ayuntamiento de El Boalo informaba sobre el Proyecto Arqueológico aprobado para el yacimiento de El Rebollar, ubicado en el Cerrillo de la Ermita de la localidad. Los objetivos  generales de dicho proyecto son desenterrar los posibles restos existentes en el lugar y acercarnos a la Historia de ese enclave, puesto que se trata de un área privilegiada que oculta la memoria más remota del municipio. En el pequeño cerro se encuentran los restos de una Ermita dedicada a la Virgen que, según la tradición oral, se apareció en un prado, junto al arroyo del Herrero. En la misma zona se ubica la Necrópolis visigoda descubierta en los años 60 del pasado siglo por Víctor Rozalén, vecino del pueblo, y Felipe Sabaria, un trabajador portugués, cuando realizaban tareas de repoblación de pinos en la zona.


Vista aérea de El Rebollar (la parcela limpia del centro es el lugar señalado para  efectuar la excavación)

Dos equipos científicos están encargados de la excavación de la Ermita, bajo la dirección de Charo Gómez y Javier Salido Domínguez. Los dos grupos de trabajo son el Equipo A de Arqueología, con Charo Gómez, Elvira García, Alfonso Pozuelo, Fernando Colmenarejo y Roberto Fernández y el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo el asesoramiento de la Catedrática de Arqueología, la Dra. Carmen Fernández Ochoa y con el profesor Dr. Javier Salido Domínguez.

La denominación de la Ermita

El en proyecto se atribuye al edificio religioso el nombre de Ermita de la Virgen del Sacedal, pues así aparece citada en documentos eclesiásticos que se refieren a una Ermita que había en El Boalo en el siglo XVII. 

Sin embargo, dicha denominación merece, a nuestro parecer, algún comentario.


En la tradición oral popular de El Boalo no se conoce devoción por la Virgen del Sacedal. Sin embargo, si figura en dicha tradición la Virgen del Desaceral. Incluso existe en El Boalo la calle Virgen del Desaceral. También existe la travesía del Desaceral en la Urbanización de Sierra Bonita. 

Desaceral es el nombre popular local que recibe la bardaguera en esta zona de la Sierra (en Soto del Real existe también una calle con ese nombre). La bardaguera es un arbusto de la familia de las salicáceas que crece a las orillas de los arroyos y ríos. En la zona de El Boalo y su contorno es bastante común. Es una planta que fue muy utilizada en el pasado para el trenzado de cestas. 

Desaceral o Bardaguera
Un vocablo genérico usado en castellano para referirse a lugares donde abundan este tipo de plantas es "saceral"; así, encontramos la Glorieta del Prado del Saceral en el barrio de Mirasierra, de Madrid. "Sacedal" también aparece en la toponimia de Castilla y León en referencia  a lugares con idéntica flora; de hecho, en Madrid existen las cocheras del Metro de El Sacedal. 

La tradición oral popular de El Boalo nos cuenta que la Virgen se apareció entre unos desacerales, junto al arroyo del Herrero; de ahí su nombre: Virgen del Desaceral.

Según la fuente documental eclesiástica, la Virgen se habría aparecido en el prado del "Sacedal," también junto al arroyo del Herrero. Sin embargo, la memoria popular no identifica con ese nombre prado alguno entre los  existentes en el lugar. Lo más próximo que se reconoce es el prado denominado "de la Virgen". A este respecto, siguiendo la concordancia de hechos antes citada, cabría preguntarse ahora si ambos prados no resultan ser el mismo.

Todo apunta a que nos encontramos ante  hechos semejantes con la misma Virgen; cuyo nombre "del Sacedal" recoge documentalmente la Iglesia con un registro escrito culto y más general. De ese modo, muy probablemente, la denominación "del Desaceral" habría quedado restringida, por su localismo, sólo al ámbito de la tradición oral popular. 

Se trata de una teoría muy plausible. En cualquier caso, dejamos aquí estas reflexiones sobre la denominación de la Ermita antigua de El Boalo, animando a los equipos de arqueología encargados de la excavación a seguir trabajando en la investigación que desarrollan, para ir despejando en lo posible la historia que guardan los restos de la Ermita del yacimiento del Rebollar.

El Cerrillo de la Ermita

La seguridad de que en la área investigada se alzaba un edificio de culto religioso nos la ofrece la toponimia que figura en los mapas topográficos de la zona, puesto que en ellos se identifica con claridad el denominado Cerrillo de la Ermita, evidencia notoria de que en dicha zona existió una construcción religiosa de ese tipo.



Detalle de la Hoja 508 del Mapa Topográfico Nacional

Por lo que sabemos, en 1620 se construye en El Boalo la actual Iglesia parroquial de San Sebastián Mártir. Se cree que la nueva parroquia recibió las imágenes y demás artículos religiosos de la Ermita de la Virgen; edificio más antiguo y probable lugar donde se celebraba  el culto religioso local hasta esa fecha. El resultado inmediato de ese traslado fue, probablemente, que el viejo edificio de la Ermita cayó en el abandono progresivo a partir de entonces, sufriendo el deterioro del paso del tiempo, hasta desmoronarse totalmente y desaparecer, pues sus ruinas sirvieron de cantera para otras construcciones. 

Como curiosidad del lugar cabe recordar que, con la llegada del automóvil y el incremento de la circulación de vehículos por la carreteras, el Cerrillo de la Ermita llegó a ser un lugar muy visitado por los moradores de El Boalo en los días de fiesta (todavía alguna mujer mayor lo recuerda), pues disfrutaban allí la tarde de descanso y diversión viendo, además, pasar los vehículos que circulaban por el tramo de carretera de Manzanares el Real a Cerceda. Y siguiendo con las anécdotas: en la zona había también una mina de agua excavada, cuya profundidad, según la imaginación de las gentes, era de tal magnitud que unía el Cerrillo con el cementerio antiguo de Manzanares (junto al viejo castillo)

La excavación arqueológica

El proyecto de excavación está planteado en un contexto científico-participativo. De ese modo, los investigadores han podido contar con la colaboración de voluntarios, invitados por el Ayuntamiento de El Boalo (en convocatoria pública a la ciudadanía) para participar en las labores de recuperación de la historia del Municipio. Pueden participar vecinos y no vecinos del pueblo, mayores de 16 años, sin límite de edad máxima. Las tareas que realizan los voluntarios comprenden desde la propia excavación y trabajos de topografía hasta la documentación científica de los restos recuperados (limpieza, clasificación, etc.)

Voluntarios en campaña.  Fase inicial de los trabajos

El proyecto se ha iniciado en 2018 y queda abierto para su continuación en siguientes anualidades. En 2018 se han desarrollado las fases siguientes:

1. Presentación del proyecto..
2. Limpieza de la finca en la que se realizan los trabajos
3. Sondeos preliminares con georadar.
4. Convocatoria de voluntarios.
5. 1ª Campaña de excavación arqueológica (4 semanas)
6. Jornada de puertas abiertas del yacimiento.
7. Estudio en laboratorio y avances de resultados.

Tras la limpieza de la finca, los sondeos preliminares realizados por georadar señalaron la presencia en el área de investigación de restos de varias estructuras: una mayor, compatible con la planta de una posible Ermita; y otras  menores que pudieran ser pequeñas viviendas o casas de labor.


Sondeos preliminares con georadar
Considerando que la zona de investigación más apropiada para iniciar la excavación era el área donde el georadar había detectado la estructura mayor antes citada, se prepararon los trabajos de topografía necesarios para perimetrar la zona de excavación. La señal de georadar mostraba una estructura rectangular con una zona de mayor intensidad que, en una primera interpretación, podía ser identificada como una torre o campanario. 

Perímetro de la excavación. El rectángulo está orientado al Este en su dimensión mayor
La 1ª Campaña de excavación arqueológica ha tenido lugar entre los días 17 de septiembre y 11 de octubre (cuatro semanas), de 2018.  Se ha contado con la colaboración de casi medio centenar de voluntarios, con edades comprendidas entre los 17 años y los 85 años. Tras los trabajos realizados han quedado al descubierto los muros de la Ermita, en disposición y forma coincidentes con la previsión adelantada por los sondeos del georadar (forma rectangular, con orientación Este-Oeste de su dimensión mayor). Sin embargo, un pequeño desplazamiento topográfico producido a la hora de establecer sobre el terreno la posición exacta de la estructura rectangular, detectada por el sondeo preliminar, ha ocasionado un ligero desajuste en la superposición excavación-estructura, por lo que el muro Norte de la Ermita ha quedado fuera de la zona perimetrada y permanecerá oculto hasta la próxima campaña de excavación. Por otro lado, no ha resultado acertada del todo la posibilidad de una torre o campanario en la zona de mayor intensidad de la señal del georadar. En su lugar, ha aparecido un espacio de igual forma y dimensión con un suelo de mortero de cal, el cual, según los técnicos, habría sido el generador de esa mayor intensidad apreciada en la señal (este espacio es singular dentro de la Ermita, como más adelante veremos).

Vista de la Excavación Arqueológica al finalizar la campaña de 2018

Puestas al descubierto las estructuras que parecen conformar el antiguo edificio religioso, los muros de cierre permiten delimitar este espacio. Se ha ido localizando un gran derrumbe de las fachadas que cayeron hacia el interior, sepultando los objetos que portaban quienes frecuentaban el lugar. En cualquier caso, se advierte la presencia de un gran edificio con una nave de planta rectangular y una cabecera bien diferenciada, situada en un nivel superior al que se accede desde la nave inferior mediante un peldaño o escalón. Dicha cabecera presenta un suelo de mortero de cal, material que parece haber recubierto también el interior de los muros que la circundan. Se supone que podría ser el lugar desde donde celebraba el sacerdote los oficios religiosos. De hecho, pegada al muro Este de dicha cabecera se ha encontrado una losa  que, junto a otra desplazada hallada dentro del mismo  espacio, bien pudiera haber constituido la base del altar del templo (con la antigua liturgia el sacerdote oficiaría de espaldas a los feligreses, vuelto hacía el Este)

Los morteros de cal están fabricados con cal, arena y agua. La cal era conocida desde antiguo como material de construcción para morteros y revestimientos, ya que desde el siglo VI a. C. se han encontrado paredes revocadas con morteros de cal y pintadas al fresco. Está comprobado que se usaba en el Antiguo Egipto, el Imperio asirio, la Grecia clásica y el Imperio Romano.  La cal es un producto que se obtiene calcinando la piedra caliza por debajo de la temperatura de descomposición del óxido de calcio. La cal era un producto de gran utilidad en cualquier comunidad, se utilizaba para acondicionar el suelo, revestir muros, encalar paredes y hacer el argamasado de las piedras. Las rocas calizas más próximas al Cerrillo de la Ermita se encuentran a la entrada de Cerceda, en el afloramiento del Cretácico Superior que fue explotado como cantera para la calera que estuvo ubicada en esa zona hasta tiempos recientes.

Llama la atención el gran tamaño de la estructura y las dos zonas claramente diferenciadas. También, que la fabrica de los muros de la nave y de la cabecera no parece tener la misma apariencia. Surge, así, la duda para determinar si nos encontramos ante la planta única de un edificio o ante una planta primitiva ampliada con posterioridad. En siguientes campañas arqueológicas se irán despejando esta y otras incógnitas. 

En cuanto a restos hallados, por el momento no se han localizado objetos directamente relacionados con el culto o las prácticas religiosas (cabe recordar que, al parecer, el culto que se celebraba en este lugar fue trasladado a la nueva Iglesia parroquial de San Sebastián, construida en 1620, cayendo en el abandono la Ermita a partir de entonces) . Se han recogido fragmentos de tejas, mortero y clavos que informan del tejado que cubría el espacio religioso. Asimismo, se han encontrado fragmentos cerámicos diversos, vidrio, sílex y un botón del tiempo de Isabel II. Muy importante ha sido el hallazgo numismático. Se trata de monedas con caracteres arábigos pertenecientes al Emirato de Cordoba (fundado por Abderramán I en el año 756), lo que podría acreditar deambulación de personas por este espacio religioso en el siglo IX. Otras monedas pertenecen a la época de los Reyes Católicos. Seguramente las tipologías cerámicas, el vidrio y la numismática aportarán más datos sobre la cronología, funcionalidad y quizás zonas de producción y comercialización.

Un último hallazgo, de singular importancia, ha sido el descubrimiento de una tumba dentro de la nave de la Ermita que contenía el esqueleto de un individuo adulto, bien conservado y sin ajuar alguno añadido. El enterramiento necesariamente debió de ser posterior a la celebración del Concilio de Toledo, en el año 792, pues sólo a partir de esa fecha se vislumbra, o permite, que algunos personajes de la jerarquía superior pudieran ser enterrados en el interior de las iglesias (salvada la excepción de Constantino el Grande a quien la Iglesia, en agradecimiento, le concedió el privilegio de que su cuerpo fuera enterrado en el atrio de la Basílica de los Santos Apóstoles, extendido a otros de sus descendientes y algunos Obispos, precedente de lo que sería más tarde habitual en todo el mundo cristiano). En cualquier caso, esos restos humanos van a facilitar una datación precisa merced al estudio del Carbono 14 y, también, ofrecerán otras informaciones de sumo interés cuando sean analizados por los expertos en Antropología forense y/o de Arqueología forense.

Conclusión

Los trabajos de excavación arqueológica llevados a cabo para descubrir los restos de la Ermita de la Virgen del Sacedal, en el denominado Cerrillo de la Ermita, nos informan, según los hallazgos encontrados, de que existe deambulación  de personas en el siglo IX por este lugar de culto cristiano. Este dato, que habrán de confirmar estudios científicos posteriores más completos, introduce novedades en la historia local hasta ahora estudiada, pues el periodo de dominación árabe en el área del Municipio no está documentado ni es conocido. Sólo sabemos de las entradas y correrías de los cristianos pasando al sur de la Sierra del Guadarrama a partir del siglo IX, como en el caso de Ordoño I en el año 861. Pero hay que esperar a la desaparición del Califato de Córdoba (1031) para que, con los reinos Taifas, Alfonso VI conquiste Madrid, en 1083. Aunque el período de asentamiento cristiano al sur de la Sierra se dilatará desde el final del siglo XI al XV. Y en ese contexto se cree que tuvo lugar la repoblación de El Boalo (¿1275?)

Que hubiera cristianos en El Boalo en el siglo IX y que practicaran su religión con libertad no sería nada extraordinario. Es sabido que los invasores árabes no fueron muy numerosos, por ello ocuparon los centros de poder permitiendo que la población visigoda se mantuviera en el territorio. De hecho, la población quedó estructurada como sigue: 1) Los árabes, pocos, ocupan los altos cargos y los mejores terrenos. 2) Los bereberes: son más y ocupan puestos intermedios. 3) los hispanos se reparten en tres grupos: los muladies, hispanos convertidos al Islam; los mozarabes, hispanos que mantienen su cristianismo; y los judios, que viven en las ciudades y se dedican al comercio. En este contexto, la Sierra de Guadarrama continuó siendo una zona poco poblada, ocupada por bereberes y explotada básicamente por pastores que en su mayoría serían mozarabes.



Visto todo lo anterior, damos la bienvenida a las investigaciones arqueológicas en curso, ya que desvelarán noticias del pasado de la población del mayor interés para los ciudadanos. Finalmente, hay que felicitar al Ayuntamiento de El Boalo por apoyar esta iniciativa cultural que trae al conocimiento de todos el pasado alto medieval de la zona, alumbrando novedades históricas de sumo interés. Asimismo, investigadores y voluntarios merecen nuestro aplauso por el trabajo realizado y los resultados preliminares obtenidos. Confiamos en que el posterior estudio de gabinete y laboratorio confirme y amplíe la información obtenida en las labores "in situ", realizadas durante la 1ª Campaña de excavación arqueológica ; y también deseamos que la 2ª Campaña, a celebrar en el próximo año 2019, sea una realidad tangible, para continuar la obra inacabada que aquí comentamos. La defensa de nuestro patrimonio histórico y arqueológico lo merece, pues debemos llegar a entender esa defensa como una obligación inexcusable de la ciudadanía.










No hay comentarios:

Publicar un comentario